Después de pasar varias fiebres, se
sentía más tranquilada y menos presionada que otras veces. Su tía Angustias
seguía a lo suyo: obligando a la joven de no salir ella sola por las calles de
Barcelona, (excepto si iba a la Universidad), hecho que Andrea se negaba a
hacerlo y quería continuar saliendo. Angustias, para convencerla, puso la
excusa de que sus zapatos estaban desgastados.
Reanudó las clases de la
Universidad y la chica empezaba a relacionarse con un grupo de jóvenes de la
misma edad con los mismos gustos y que estaban en continuo respaldo y ayuda.
Esto le servía a la joven Andrea para dejar de lado los temas de casa. Uno de
sus amigos era 10. Pons, el más joven del grupo y que según Ena se
ofende muy deprisa, con el cual, un día, estaba hablando de que otra chica, 11.
Ena, se reía a espaldas de Andrea porque ella era una chica rara y no
llegaba a relacionarse nunca. Aunque esto le afectara, Andrea no le dio
importancia porque Ena era su preferida para formar una buena pareja de amigas.
Ena se caracterizaba por ser muy simpática, aspecto que le gustaba mucho a la
protagonista, pero también con un punto de malicia, ya que hablaba siempre mal
de cada uno a sus espaldas; tenía una sensual cara, cabello rubio y unos ojos
verdosos terribles.
Aquel día en que Pons y Andrea
estaban hablando, llegó Ena pidiendo a Pons dejarlas solas a las dos. Ena le
preguntó para ver si conocía a un músico muy bueno que se apellidaba igual que
Andrea y que vivía en la calle de Aribau; aquel músico tocaba muy bien el
violín. Andrea, respondió que era su tío. Entonces, Ena quiso conocerlo. A
Andrea no le gustó que Ena quería conocer a su tío porque si lo llegaba a
hacer, Ena observaría lo que le rodeaba a Andrea en su casa: su familia, las
discusiones y el desorden. Andrea no quería conectar el mundo de sus amistades
con el mundo de su vida familiar. (Por eso, cuando anteriores días ellas dos
salían a pasear por el claustro de la Universidad, Andrea nunca había hablado
de su familia.) Entraron en clase y Ena le pidió que se esperara fuera para
quedar. Terminó la clase y Andrea se escabulló. Se escapó varios días de su
amiga Ena para evitar el compromiso.
Además, Román llevaba días sin
visitar la casa. Se fue sin decir nada, como muchas veces lo hacía. Andrea se
lo preguntó a Antonia, le dijo que volvería cuando sea más oportuno, siempre
estaba de viaje y siempre volvía. Cuando llegó, dijo que venía de los Pirineos,
concretamente en Puigcerdá, de visitar a la 12. señora Sanz, una mujer
loca que estaba encerrada en su casa obligada por su marido, don Jerónimo, por
ese motivo. A Andrea le vinieron ganas de hablar con él. Hablaban y Angustias
observaba. Él comentaba lo espectacular que eran los Pirineos y la naturaleza
de ese lugar.
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