lunes, 15 de abril de 2013

Primera Parte - V



Después de pasar varias fiebres, se sentía más tranquilada y menos presionada que otras veces. Su tía Angustias seguía a lo suyo: obligando a la joven de no salir ella sola por las calles de Barcelona, (excepto si iba a la Universidad), hecho que Andrea se negaba a hacerlo y quería continuar saliendo. Angustias, para convencerla, puso la excusa de que sus zapatos estaban desgastados.

Reanudó las clases de la Universidad y la chica empezaba a relacionarse con un grupo de jóvenes de la misma edad con los mismos gustos y que estaban en continuo respaldo y ayuda. Esto le servía a la joven Andrea para dejar de lado los temas de casa. Uno de sus amigos era 10. Pons, el más joven del grupo y que según Ena se ofende muy deprisa, con el cual, un día, estaba hablando de que otra chica, 11. Ena, se reía a espaldas de Andrea porque ella era una chica rara y no llegaba a relacionarse nunca. Aunque esto le afectara, Andrea no le dio importancia porque Ena era su preferida para formar una buena pareja de amigas. Ena se caracterizaba por ser muy simpática, aspecto que le gustaba mucho a la protagonista, pero también con un punto de malicia, ya que hablaba siempre mal de cada uno a sus espaldas; tenía una sensual cara, cabello rubio y unos ojos verdosos terribles.

Aquel día en que Pons y Andrea estaban hablando, llegó Ena pidiendo a Pons dejarlas solas a las dos. Ena le preguntó para ver si conocía a un músico muy bueno que se apellidaba igual que Andrea y que vivía en la calle de Aribau; aquel músico tocaba muy bien el violín. Andrea, respondió que era su tío. Entonces, Ena quiso conocerlo. A Andrea no le gustó que Ena quería conocer a su tío porque si lo llegaba a hacer, Ena observaría lo que le rodeaba a Andrea en su casa: su familia, las discusiones y el desorden. Andrea no quería conectar el mundo de sus amistades con el mundo de su vida familiar. (Por eso, cuando anteriores días ellas dos salían a pasear por el claustro de la Universidad, Andrea nunca había hablado de su familia.) Entraron en clase y Ena le pidió que se esperara fuera para quedar. Terminó la clase y Andrea se escabulló. Se escapó varios días de su amiga Ena para evitar el compromiso.

Además, Román llevaba días sin visitar la casa. Se fue sin decir nada, como muchas veces lo hacía. Andrea se lo preguntó a Antonia, le dijo que volvería cuando sea más oportuno, siempre estaba de viaje y siempre volvía. Cuando llegó, dijo que venía de los Pirineos, concretamente en Puigcerdá, de visitar a la 12. señora Sanz, una mujer loca que estaba encerrada en su casa obligada por su marido, don Jerónimo, por ese motivo. A Andrea le vinieron ganas de hablar con él. Hablaban y Angustias observaba. Él comentaba lo espectacular que eran los Pirineos y la naturaleza de ese lugar.

Andrea no sabía si comunicarle que una de sus amigas quería conocerle, pero cuando se dio cuenta que a él la fama no le interesaba, no valía la pena hablar sobre ese tema. Él acariciaba las orejas de su mascota, Trueno, y la criada Antonia miraba fijamente y con placer las manos de Román.

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