lunes, 15 de abril de 2013

Primera Parte - VIII



(En este capítulo Andrea dice que tiene 18 años)
Angustias volvió a la casa después de estar unos días en el convento en el cual vivirá el resto de lo que le queda de vida. Andrea se despertó, tuvo miedo de que Angustias le encontrase en su habitación. Cogió de la sábana y de la manta y salió corriendo de allí dirección al salón donde dormía antes.

Gloria salió al portal para verla llegar y acompañarla a casa. Angustias nada más llegar se lo reprochó, le llamó sinvergüenza a la mujer de su hermano Juan. La abuelita se enteró y pidió a Gloria que fuese a su habitación para estar con el niño pequeño. Juan también se despertó y quiso acabar con los gritos ya que tenía que levantarse pronto. También, obligó a Gloria que entrase en el cuarto del matrimonio.

Angustias entró en su habitación y se encontró con un traje de la joven allí. Le pidió que qué hizo durante esos días de ausencia. Andrea le confesó que durmió unos días ahí. Angustias le dijo a su sobrina que ajustarían cuentas el día siguiente. En aquel momento, se oyeron llantos y gritos de Gloria, del perro y del niño. Se escuchó a Gloria salir de la puerta. Juan fue a tranquilizar al niño porque no paraba de llorar. Gloria lloraba por la noche y es que Juan le había propinado una paliza a su mujer, por eso tenía bastantes moratones por todo el cuerpo cuando se despertó por el mediodía.

Juan se despertó pronto para ir a trabajar. Andrea ya estaba despierta de buena mañana. Antonio le avisó que fuera a la habitación de su tía porque se lo pidió la noche anterior. Se preparó todo para ir a la Universidad y fue a la habitación de su tía Angustias donde le esperaba. Andrea supo que podía soportar todo menos la autoridad impuesta por su tía, su poca libertad que le establecía. Creía que ya no podría ser libre como lo había sido los días en los que ella no había estado.

Empezó el discurso de la tía: primero, Angustias perdonó a Andrea por haberse enfadado cuando la joven había ocupado su habitación sin permiso; segundo, le explicó que le había fallado como madre porque la joven permaneció rebelde y por eso, lo único que podía hacer Angustias por ella era rezar; tercero, le llegó a confesar que los días que estuvo en el convento (en el cual volvería para quedarse allí para siempre), rezó también por la muerte de Andrea o por el milagro de su salvación porque, según Angustias, la chica estaba perdida y en riesgo de muerte inminente. Decía que estaba en peligro porque aquella casa era un infierno lleno de diablos, sobretodo Gloria (Angustias la llegó a llamar la serpiente maligna) que era la que había trastornado la casa y a la abuelita. Incluso, le llegó a decir que si hubiese sido más pequeña la habría asesinado. Finalmente, le dijo a su sobrina que ella se quedaría con su propia pensión (la de orfandad) para que la joven la pudiese repartir como a ella le conviniese y concluyó que si no fuese por ella y por su abuela, la casa hubiese sido un desastre mayor de cómo estaba en ese momento, ya que sus dos hermanos no han sabido conservar la dignidad.

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