lunes, 15 de abril de 2013

Primera Parte - VI



Se relata un hecho que ocurrió el día de Navidad. Se trata de una nueva discusión que tuvo que ver con la amistad de Andrea con Ena.

Todo empezó cuando Andrea le quiso regalar un pañuelo de encaje antiguo a Ena, que su abuela le había dado el día de la comunión. Nadie de la casa supo que el pañuelo iba a ser regalado. La joven Andrea quiso recompensar todos los esfuerzos que su amiga Ena le hacía cuando le compraba el café que se tomaban en la Universidad o cuando le pagaba el billete del tranvía. Además, Andrea intentaba ir bien limpia y bien vestida (con lo poco que tenía) para esta confortable con sus amistades e impedir malos prejuicios. La relación entre las dos amigas comenzaba a ir perfecta. Andrea se puso feliz.

La relación entre las dos iba muy bien pero no fueron juntas a la Misa del Gallo (que se celebra por la noche, por Nochebuena). Al día siguiente, Andrea acompañó a su abuela a la misa del día de Navidad. La apariencia de la abuelita (que parecía una pasa) le hacía pasar vergüenza a la joven. La abuela había pedido paz para la familia, que no hubiesen más discusiones.

El deseo no se cumplió. Al volver de la iglesia, la abuela y la protagonista se encontraron con grandes e insoportables gritos en casa. Eran Gloria, Angustias y Juan. Juan y Angustias se peleaban con las sillas de la casa y Gloria lloraba, mientras que la criada Antonia cantaba en la cocina y el loro chillaba. Era una escena cómica para la protagonista. La abuela fue a separar a Angustias de Juan y Gloria acudió a Andrea para solucionar el problema. El problema era que Angustias había juzgado a Gloria de haber robado un pañuelo muy valioso que estaba en la maleta de la joven Andrea. Andrea dijo que Gloria no hizo nada de eso aunque lo que sí había hecho había sido robar ropa interior, aunque esto no le importaba mucho a la joven. Andrea afirmó que el pañuelo lo había regalado, Angustias creía que la protagonista lo decía para defender a Gloria. Lo que decía la joven Andrea era verdad. Cuando Angustias seguía explicando sus razones, Juan le propinó una bofetada que la dejó tirada en el suelo. Cuando la tía se levantó se fue a su habitación a llorar en la cama, sin la compasión de nadie. Juan y Gloria se fueron a su habitación a discutir. Andrea se apoyó en los cristales que daban al balcón del comedor y la abuelita se acercó para decirle que ese pañuelo era muy valioso. Andrea no le respondió, sabía lo que había hecho y prefería que esto fuera así.

Antonia puso la mesa. La familia, sin Angustias en la mesa que aun estaba sola en su habitación, empezó a comer turrón. Parecía una familia normal, aunque pobre. Juan estaba contento. A la protagonista lo que veía en ese momento le era cómica e idiota. Se reía y se atragantó por culpa de reírse. Luego empezó a llorar en serio, se sentía otra vez triste y vacía.

Más tarde, Angustias la llamó para meterse en su cuarto y hablar un rato. Angustias le pidió que pidiese el pañuelo porque ella tenía pensado irse muy pronto. Andrea se negó a hacerlo ya que no quería cambiar las cosas. Incluso le juró que lo había regalado a una amiga de la Universidad porque aún su tía no creía que lo había dado. Al final, Angustias concretó que Román fue el que le dijo que Gloria había sacado el pañuelo de la maleta de la joven y que después lo había vendido.

La conversación acabó y la joven fue a su habitación para pensar en diferentes cosas, con la cabeza en medio de sus piernas, tapada por la manta. Gloria y Juan salieron a la calle para aprovechar el día de Navidad. Había mucha gente en la calle, llena de flores, felicitaciones, bombones… Angustias se quedó en su habitación; la abuela aprovechó para entrar en la cocina y comer algo porque Antonia también había salido a la calle. Román, se quedó en su guardilla; él era el que había iniciado todo, que había dicho la mentira y se inventó todo, el que escondía una apariencia malvada. Así fue el día de Navidad para Andrea.

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