Se relata un hecho que ocurrió el
día de Navidad. Se trata de una nueva discusión que tuvo que ver con la amistad
de Andrea con Ena.
Todo empezó cuando Andrea le quiso
regalar un pañuelo de encaje antiguo a Ena, que su abuela le había dado el día
de la comunión. Nadie de la casa supo que el pañuelo iba a ser regalado. La
joven Andrea quiso recompensar todos los esfuerzos que su amiga Ena le hacía
cuando le compraba el café que se tomaban en la Universidad o cuando le pagaba
el billete del tranvía. Además, Andrea intentaba ir bien limpia y bien vestida
(con lo poco que tenía) para esta confortable con sus amistades e impedir malos
prejuicios. La relación entre las dos amigas comenzaba a ir perfecta. Andrea se
puso feliz.
La relación entre las dos iba muy
bien pero no fueron juntas a la Misa del Gallo (que se celebra por la noche,
por Nochebuena). Al día siguiente, Andrea acompañó a su abuela a la misa del
día de Navidad. La apariencia de la abuelita (que parecía una pasa) le hacía
pasar vergüenza a la joven. La abuela había pedido paz para la familia, que no
hubiesen más discusiones.
El deseo no se cumplió. Al volver
de la iglesia, la abuela y la protagonista se encontraron con grandes e
insoportables gritos en casa. Eran Gloria, Angustias y Juan. Juan y Angustias
se peleaban con las sillas de la casa y Gloria lloraba, mientras que la criada
Antonia cantaba en la cocina y el loro chillaba. Era una escena cómica para la
protagonista. La abuela fue a separar a Angustias de Juan y Gloria acudió a
Andrea para solucionar el problema. El problema era que Angustias había juzgado
a Gloria de haber robado un pañuelo muy valioso que estaba en la maleta de la
joven Andrea. Andrea dijo que Gloria no hizo nada de eso aunque lo que sí había
hecho había sido robar ropa interior, aunque esto no le importaba mucho a la
joven. Andrea afirmó que el pañuelo lo había regalado, Angustias creía que la
protagonista lo decía para defender a Gloria. Lo que decía la joven Andrea era
verdad. Cuando Angustias seguía explicando sus razones, Juan le propinó una
bofetada que la dejó tirada en el suelo. Cuando la tía se levantó se fue a su
habitación a llorar en la cama, sin la compasión de nadie. Juan y Gloria se
fueron a su habitación a discutir. Andrea se apoyó en los cristales que daban al
balcón del comedor y la abuelita se acercó para decirle que ese pañuelo era muy
valioso. Andrea no le respondió, sabía lo que había hecho y prefería que esto
fuera así.
Antonia puso la mesa. La familia,
sin Angustias en la mesa que aun estaba sola en su habitación, empezó a comer
turrón. Parecía una familia normal, aunque pobre. Juan estaba contento. A la
protagonista lo que veía en ese momento le era cómica e idiota. Se reía y se
atragantó por culpa de reírse. Luego empezó a llorar en serio, se sentía otra
vez triste y vacía.
Más tarde, Angustias la llamó para
meterse en su cuarto y hablar un rato. Angustias le pidió que pidiese el
pañuelo porque ella tenía pensado irse muy pronto. Andrea se negó a hacerlo ya
que no quería cambiar las cosas. Incluso le juró que lo había regalado a una
amiga de la Universidad porque aún su tía no creía que lo había dado. Al final,
Angustias concretó que Román fue el que le dijo que Gloria había sacado el
pañuelo de la maleta de la joven y que después lo había vendido.
La conversación acabó y la joven
fue a su habitación para pensar en diferentes cosas, con la cabeza en medio de
sus piernas, tapada por la manta. Gloria y Juan salieron a la calle para
aprovechar el día de Navidad. Había mucha gente en la calle, llena de flores,
felicitaciones, bombones… Angustias se quedó en su habitación; la abuela
aprovechó para entrar en la cocina y comer algo porque Antonia también había
salido a la calle. Román, se quedó en su guardilla; él era el que había
iniciado todo, que había dicho la mentira y se inventó todo, el que escondía
una apariencia malvada. Así fue el día de Navidad para Andrea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario