lunes, 15 de abril de 2013

Tercera Parte - XX



Andrea se despertó por la mañana escuchando gritos en el balcón de Gloria, hablando con un trapero, (a quienes les vendía las obras de arte de Juan y los muebles de aquella casa, que era propiedad de la abuela). Juan se enteró de los gritos. La lanzó contra los cristales de la puerta del balcón. Saltaron trozos, hirieron al pequeño. Juan salió con él en brazos a la calle. Gloria, después de la paliza que le dio Juan, fue al cuarto de Andrea, para hablar con ella. Gloria le explicaba a la protagonista que el dinero que conseguía al vender los objetos de aquella casa lo utilizaba para jugar en casa de su hermana, donde se hacían apuestas. Después, los días que ganaba las apuestas, Gloria le explicaba que los utilizaba para comprar comida para la familia y sobre todo para el niño pequeño. A continuación, Gloria le contó lo que pasó aquel día en el que el niño pequeño se estaba muriendo y Juan fue en busca de su mujer a la casa de su cuñada porque no estaba cuidando del hijo en común (capítulo XV). Gloria estaba jugando y apostando. (Tonet no es importante, era el contrincante de la partida de aquel día. Su escapada a la azotea ayudó a que Gloria ganase el dinero). Juan entró en la casa de la hermana de su mujer, peleándose con el marido de Carmeta (la hermana de Gloria). El cuñado de Gloria le dio un buen puñetazo en la espalda de Juan y cayó al suelo. Gloria fue a socorrerle y le explicó a Juan, estando aun él en el suelo, que ella iba allí para ganar algo de dinero. Luego, Andrea entró y se fueron de aquella casa, pensando que el niño había muerto y por eso lloraban (también se relata en el XV).

Andrea se estaba preparando para salir a la calle. En ese momento, Gloria le avisó que por la tarde Ena iría a visitar a Román. Según Gloria, Ena era la amante de Román. Andrea se fue a dar un paseo. Gloria seguía buscando clientes y traperos para venderlos lo que había en la casa.

Andrea fue al puerto, merendó algo y observó con detenimiento el paisaje. Luego, al volver, llovía. El pensar que Ena estaba con Román le horrorizaba y tenía la misión de evitarlo. Llegó al edificio de la calle Aribau y subió las escaleras que llevaban al cuarto de Román. Andrea vio que la puerta de la azotea estaba abierta. Desde allí escuchó un momento de la conversación. Creía que Román la estaba influenciando mucho y quiso parar la conversación. Llamó a la puerta sin pensárselo. Ena estaba allí y se levantó rápido para coger del brazo a Andrea. Román tenía la mano guardada en un bolsillo. Andrea creyó que Román tenía en aquel bolsillo su pistola, pensaba que iba a asesinar en aquel momento a Ena. Por eso, se relata que Andrea abrazó a Román y pidió a Ena que corriese. Román empujó a Andrea, le hizo daño, y dijo que no tenía pensado matar a nadie. Ena la esperaba en un descansillo. Andrea se angustió y salió corriendo hacia la calle. Decidió ir a la plaza de la Universidad para evadirse.

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