Andrea se despertó por la mañana
escuchando gritos en el balcón de Gloria, hablando con un trapero, (a quienes
les vendía las obras de arte de Juan y los muebles de aquella casa, que era
propiedad de la abuela). Juan se enteró de los gritos. La lanzó contra los
cristales de la puerta del balcón. Saltaron trozos, hirieron al pequeño. Juan
salió con él en brazos a la calle. Gloria, después de la paliza que le dio
Juan, fue al cuarto de Andrea, para hablar con ella. Gloria le explicaba a la
protagonista que el dinero que conseguía al vender los objetos de aquella casa
lo utilizaba para jugar en casa de su hermana, donde se hacían apuestas.
Después, los días que ganaba las apuestas, Gloria le explicaba que los
utilizaba para comprar comida para la familia y sobre todo para el niño
pequeño. A continuación, Gloria le contó lo que pasó aquel día en el que el
niño pequeño se estaba muriendo y Juan fue en busca de su mujer a la casa de su
cuñada porque no estaba cuidando del hijo en común (capítulo XV). Gloria estaba
jugando y apostando. (Tonet no es importante, era el contrincante de la partida
de aquel día. Su escapada a la azotea ayudó a que Gloria ganase el dinero).
Juan entró en la casa de la hermana de su mujer, peleándose con el marido de
Carmeta (la hermana de Gloria). El cuñado de Gloria le dio un buen puñetazo en
la espalda de Juan y cayó al suelo. Gloria fue a socorrerle y le explicó a
Juan, estando aun él en el suelo, que ella iba allí para ganar algo de dinero.
Luego, Andrea entró y se fueron de aquella casa, pensando que el niño había
muerto y por eso lloraban (también se relata en el XV).
Andrea se estaba preparando para
salir a la calle. En ese momento, Gloria le avisó que por la tarde Ena iría a
visitar a Román. Según Gloria, Ena era la amante de Román. Andrea se fue a dar
un paseo. Gloria seguía buscando clientes y traperos para venderlos lo que
había en la casa.
Andrea fue al puerto, merendó algo
y observó con detenimiento el paisaje. Luego, al volver, llovía. El pensar que
Ena estaba con Román le horrorizaba y tenía la misión de evitarlo. Llegó al
edificio de la calle Aribau y subió las escaleras que llevaban al cuarto de
Román. Andrea vio que la puerta de la azotea estaba abierta. Desde allí escuchó
un momento de la conversación. Creía que Román la estaba influenciando mucho y
quiso parar la conversación. Llamó a la puerta sin pensárselo. Ena estaba allí
y se levantó rápido para coger del brazo a Andrea. Román tenía la mano guardada
en un bolsillo. Andrea creyó que Román tenía en aquel bolsillo su pistola,
pensaba que iba a asesinar en aquel momento a Ena. Por eso, se relata que
Andrea abrazó a Román y pidió a Ena que corriese. Román empujó a Andrea, le
hizo daño, y dijo que no tenía pensado matar a nadie. Ena la esperaba en un descansillo.
Andrea se angustió y salió corriendo hacia la calle. Decidió ir a la plaza de
la Universidad para evadirse.
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