lunes, 15 de abril de 2013

Primera parte - VII



Dos días después del episodio con el pañuelo, Angustias decidió irse sin decir a donde, el destino solo lo sabía la abuela. Todos los de la casa lo sabían porque ordenaba y gritaba más que nunca. Juan la llamó por última vez loca y la abuela estuvo afectada durante un rato.

Poco después entró don Jerónimo Sanz, el jefe de Angustias, (Andrea lo vio; era un hombre alto, ojos negros, bien vestido, con mal genio) a la casa diciendo a la familia que la necesitaba para un asunto. Le preguntó a donde se había ido a la abuela, pero ella respondió que no lo sabía aunque en verdad sí lo sabía. Don Jerónimo se fue de esa casa con una mirada de odio hacia Andrea. Andrea le sonrió.

Lo mismo hicieron Andrea, Gloria y Juan, le preguntaron a la abuelita a donde se había ido Angustias. Ella respondió que lo sabía pero que no diría a donde se había destinado. Por lo menos sabían que no se había fugado con don Jerónimo, ya que Gloria y Juan creían que así era porque les habían visto la noche de Nochebuena juntos.

Andrea se cambió de cuarto, se quedó con el cuarto de Angustias, sin consultarlo a nadie de casa. Aquel sitio era más cómodo (estaba más limpio) aunque algunas cosas le repelían. Ese mismo día, Román entró en la habitación. Se asustó al ver a su sobrina en la cama y cerró la puerta sorprendido.

Aquella tarde fue muy aburrida. Andrea se puso a ver fotos antiguas de la familia con su abuela. Se cansó de mirar fotos y se fue a su nuevo cuarto para estudiar. Cuando abrió la puerta se encontró con Román, leyendo unas cartas que habían en un cajón del escritorio de la habitación de su tía Angustias. Guardó las cartas y cerró el cajón con una llave. Román, disimulando, invitó a Andrea a subir a la guardilla, para tomar un cigarrillo y unos bombones y así hablar un rato. Ella no aceptó porque quería estudiar. Román se fue rápidamente de allí y cerró la puerta del piso para ir a su guardilla. Ella, Andrea,  después de pensárselo varias veces, subió las escaleras pensando que un día escuchó subir a Gloria por las mismas escaleras dirección la guardilla de Román pero que al final se arrepintió y bajó hasta el primer piso para salir a la calle (tienen algún secrete escondido).

Andrea llegó a la guardilla, Román ya no le estaba esperando pero la dejó pasar. Empezó una conversación entre los dos: Román le preguntó si le quería, Andrea respondió que sí. Después, la chica preguntó si tenía amigos, Román respondió que no porque no los necesita ni le interesa tener. Andrea aprovechó para meterse con él, ya que él observa todo lo que pasa tres pisos más abajo, quiere saberlo todo; él se defiende diciendo que tiene un objetivo (que puede ser hacer daño a sus propios familiares). Hasta que al final, él que parecía trastornado aquel día, le cuenta que lo quiere saber todo porque así maneja los cerebros, los pensamientos, los sentimientos de las personas que viven abajo. Por eso es siempre el que inicia todos los problemas que ocurren en su familia. Para Andrea todo son disparates lo que iba diciendo. Andrea decide irse de allí, dejando ya en evidencia clara que Román era muy mezquino y mala persona.

Aquel mismo día, ella no salió cenar y no era porque tenía miedo de Román sino porque no quería mirarle a los ojos, sentía repulsión. Se acostó pronto y no dejaba de pensar en las palabras que le había estado diciendo su tío. Esto no le dejaba dormir. De repente sonó el timbre del teléfono que había en la habitación de Angustias (en la que estaba ahora Andrea). Ella no se había dado cuenta que tenía teléfono en su propia habitación. Descolgó el auricular. Era Ena. Andrea se alegró.

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