Dos días después del episodio con
el pañuelo, Angustias decidió irse sin decir a donde, el destino solo lo sabía
la abuela. Todos los de la casa lo sabían porque ordenaba y gritaba más que
nunca. Juan la llamó por última vez loca y la abuela estuvo afectada durante un
rato.
Poco después entró don Jerónimo
Sanz, el jefe de Angustias, (Andrea lo vio; era un hombre alto, ojos negros,
bien vestido, con mal genio) a la casa diciendo a la familia que la necesitaba
para un asunto. Le preguntó a donde se había ido a la abuela, pero ella
respondió que no lo sabía aunque en verdad sí lo sabía. Don Jerónimo se fue de
esa casa con una mirada de odio hacia Andrea. Andrea le sonrió.
Lo mismo hicieron Andrea, Gloria y
Juan, le preguntaron a la abuelita a donde se había ido Angustias. Ella
respondió que lo sabía pero que no diría a donde se había destinado. Por lo
menos sabían que no se había fugado con don Jerónimo, ya que Gloria y Juan
creían que así era porque les habían visto la noche de Nochebuena juntos.
Andrea se cambió de cuarto, se
quedó con el cuarto de Angustias, sin consultarlo a nadie de casa. Aquel sitio
era más cómodo (estaba más limpio) aunque algunas cosas le repelían. Ese mismo
día, Román entró en la habitación. Se asustó al ver a su sobrina en la cama y
cerró la puerta sorprendido.
Aquella tarde fue muy aburrida. Andrea
se puso a ver fotos antiguas de la familia con su abuela. Se cansó de mirar
fotos y se fue a su nuevo cuarto para estudiar. Cuando abrió la puerta se
encontró con Román, leyendo unas cartas que habían en un cajón del escritorio
de la habitación de su tía Angustias. Guardó las cartas y cerró el cajón con
una llave. Román, disimulando, invitó a Andrea a subir a la guardilla, para
tomar un cigarrillo y unos bombones y así hablar un rato. Ella no aceptó porque
quería estudiar. Román se fue rápidamente de allí y cerró la puerta del piso
para ir a su guardilla. Ella, Andrea,
después de pensárselo varias veces, subió las escaleras pensando que un
día escuchó subir a Gloria por las mismas escaleras dirección la guardilla de
Román pero que al final se arrepintió y bajó hasta el primer piso para salir a
la calle (tienen algún secrete escondido).
Andrea llegó a la guardilla, Román
ya no le estaba esperando pero la dejó pasar. Empezó una conversación entre los
dos: Román le preguntó si le quería, Andrea respondió que sí. Después, la chica
preguntó si tenía amigos, Román respondió que no porque no los necesita ni le
interesa tener. Andrea aprovechó para meterse con él, ya que él observa todo lo
que pasa tres pisos más abajo, quiere saberlo todo; él se defiende diciendo que
tiene un objetivo (que puede ser hacer daño a sus propios familiares). Hasta
que al final, él que parecía trastornado aquel día, le cuenta que lo quiere
saber todo porque así maneja los cerebros, los pensamientos, los sentimientos
de las personas que viven abajo. Por eso es siempre el que inicia todos los
problemas que ocurren en su familia. Para Andrea todo son disparates lo que iba
diciendo. Andrea decide irse de allí, dejando ya en evidencia clara que Román
era muy mezquino y mala persona.
Aquel mismo día, ella no salió
cenar y no era porque tenía miedo de Román sino porque no quería mirarle a los
ojos, sentía repulsión. Se acostó pronto y no dejaba de pensar en las palabras
que le había estado diciendo su tío. Esto no le dejaba dormir. De repente sonó
el timbre del teléfono que había en la habitación de Angustias (en la que
estaba ahora Andrea). Ella no se había dado cuenta que tenía teléfono en su
propia habitación. Descolgó el auricular. Era Ena. Andrea se alegró.
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