Se cerraron todas las entradas de
luz de la casa, estaba en oscuras los días posteriores a la muerte de Román.
Andrea estaba perdida, no sabía qué día ni hora era. Gloria estaba enferma y
Andrea fue a ayudarla. Antonia la culpó del suicidio de Román y además, dio más
información sobre Román: él tenía la intención de irse muy lejos de allí y le
comunicó a Antonia que le diera todo la ropa que tenía de él; después de
decírselo, mientras él se estaba afeitando decidió acabar con su vida (tenía
jabón en la cara cuando Antonia se lo encontró sin vida). Andrea escuchaba todo
lo que le decía Gloria: ella afirmaba que Román se suicidó porque ella la había
denunciado otra vez y la policía le iba ir a buscar. Andrea no se creía nada de
lo que decía Gloria. Juan se fue a enterrar
y volvió dos días después, triste y con lágrimas en la cara (hacía
evidente la influencia de Román en las vidas de la familia, en capítulo III).
Andrea durmió dos días seguidos.
Cuando se despertó tenía la impresión de que no había nadie en casa. Al salir
de su cuarto, vio a Gloria en la cocina, vestida de luto. Gloria le dijo que
habían llegado dos tías (las que aun no conocemos y que estaban casadas) y que
Antonia se había fugado con el perro. Fue a ver donde estaban sus tías. Estaban
en la habitación de la abuela, junto a Juan. Andrea observaba desde la puerta. Se
escuchaban voces siempre refiriéndose a la abuelita. Las tías le decían que
nunca se había interesado en cuidar bien a sus hijas, que fue injusta, y que
solo se interesaba en cuidar a sus hijos varones. Además, que esos privilegios
que había dado a sus hijos no habían servido de nada ya que, uno de ellos se
suicidó y el otro se había casado con una mujer loca. Juan dijo que ellas
tenían razón, e insultó a sus dos hermanas. Empezaron a haber chillidos y
griterío.
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