lunes, 15 de abril de 2013

Tercera Parte - XIX



Andrea aún estaba triste de lo de la fiesta pero se tranquilizó por el deseo de escuchar a la madre de Ena. Empezó el discurso de la mujer: Ella había notado que las dos jóvenes ya no eran muy amigas, aunque se querían, y que Ena estaba empezando a sufrir por hechos que le pasaban ciertos días, ya que antes era una chica perfecta y nunca había estado tan infeliz como en ese momento.

Dijo que supo la relación que tuvo con Jaime, aunque Ena la escondiera, afirmaba que con ese hombre Ena se encontraba perfecta. También que se estaba a empezando a unir y hacer relación con un hombre al cual conocía muy bien, era Román. La madre lo conocía del Conservatorio. Confesó que ella estuvo enamorada de ese hombre, mezquino, malvado y a la vez seductor, y que al final le llevó al sufrimiento. Hacía todo por él, hasta se cortó su bonita trenza de adolescente como regalo que nunca Román llegó a reconocer. La familia de Margarita (la madre de Ena) no quería que su hija se enamorase de aquel malvado joven y la obligó a quedarse un mes en casa y después se la llevaron un año al campo para estar lejos de Román. Cuando volvió a Barcelona, ella se volvió a enamorar de aquel hombre, pero se casó con Luis, el preferido del padre de Margarita. Los primeros meses de matrimonio no fueron buenos. Luego, tuvieron a Ena, ella no sabía lo que significaba tener una hija y poder cuidarla, porque estaba hundida en el desamor con Román. A medida que iba creciendo Ena, la madre contaba que se iba entusiasmando y se iba maravillando, cosas que le hicieron ser feliz y poder tener una mejor relación con Luis. Margarita empezó a vivir la vida gracias a Ena y la hizo crecer siempre buscando la perfección.

La madre de Ena, acabó su discurso y expresó en ese instante que necesitaba la ayuda de Andrea para que su hija no cayese en el dolor y sufrimiento que pasó su propia madre. Llegó a pedir la ayuda de Román pero no quiso. La madre no quería contárselo a su hija personalmente porque ella misma lo quería evitar. Pidió a Andrea que algún conocido le contase a Ena sobre los peligros de Román. Andrea aceptó.

Al final, Margarita deseaba con fuerzas que se fueran de allí, de Barcelona, y así quitarse el problema de encima pero Ena no quería. Finalmente, se marchó. Andrea, en su cuarto, se quedó pensativa sobre esta anécdota.

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