Mes de junio. Verano. Andrea se
puso a limpiar su cuarto por unas chinches. Mientras lo hacía se puso a
recordar los domingos que pasó con Jaime y Ena. También que la relación con Ena
se había roto porque llevaban tiempo sin verse (desde que Andrea le dijo lo de
Jaime). Cuando llegó a casa Román, ella quería preguntarle cosas sobre Ena,
como siempre, pero nunca se atrevía. A Juan no le gustó que limpiase la
habitación, porque no le contestaba. Juan se fue a su cuarto, donde estaba
durmiendo Gloria. La puerta se cerró y empezaron a sonar gritos de Gloria. Era
Juan que la estaba apaleando. Andrea salió de su habitación para cambiar el
agua, se sintió egoísta por no intervenir en un asunto que ella había
comenzado.
En el estudio de Guíxols (era la
última reunión del verano y era el día de San Juan), Pons le ofreció a la
muchacha ir a la Costa Brava para pasar unos días con él. Además, la invitó a
una fiesta para que Andrea hablase con la madre de él y poder conocerse. Pons
estaba enamorado de ella. Le dio de tiempo para pensárselo hasta el día de la
fiesta. Andrea estaba indecisa, porque verdaderamente no estaba enamorada. No
podía dormir, por su nerviosidad delante al hecho de Pons y por el ruido de los
petardos. Miraba por la ventana el ambiente de fuera. Cuando todo se despejó,
Román salió de casa. A lo lejos venía Gloria de casa de su hermana. Los dos se
encontraron, se saludaron y murmullaron. Gloria entró a la casa, Román volvió
un poco después detrás de ella. Fueron al balcón para hablar. Andrea les
escuchaba. Román invitó a Gloria para ir a su cuarto y hacer de sus cosas.
Gloria no quería porque Román se burlaba desde que llegó a Barcelona y porque
estaba casada con Juan. Román le hizo recordar esos días de viaje viniendo a
Barcelona, que incluso se besaron (algo nuevo que dicen en el diálogo). La
abuelita se despertó y vio a dos siluetas en el balcón. Román salió rápido de
allí y Gloria se quedó llorando en el balcón. La abuelita se sorprendió pero no
tenía pensado decir nada. Juan no estaba en casa y en ese momento llegó. Las
dos mujeres disimularon y no dijeron nada de lo ocurrido.
Andrea no entendía lo que había
ocurrido si Román había llegado a maltratar a Gloria y ya tenía bastante con
Ena. En ese momento, Román suplicaba un encuentro entre los dos. Al final, la
chica pudo dormir.
Se despertó soñando con Ena. Andrea
corrió hasta la casa de su ex amiga, pero no estaba ahí. Andrea deseaba hablar
con ella porque Román le haría daño si no le avisaba, ya que Román no estaba
enamorado la rubia Ena. Supo que Ena estaba celebrando el santo de su abuelo
(el rico), en la Bonanova. Fue hacía allí. Cuando la joven ya estaba en la
puerta para llamar no se atrevió y huyó de aquel lugar. Esperó a que pasasen
los hechos.
Tres días después, escuchó unos
aullidos de Trueno, el perro de
Román, con heridas de mordiscos que le había hecho el mismo Román. Román
llevaba tres días sin salir. Andrea pensó que ir a la fiesta de Pons y aceptar
el viaje sería la mejor opción para huir de ese mundo por un momento.
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